Sin
heridas en los pies ya, salió corriendo con total desesperación,
intentando alcanzar en un día los km que no había podido cubrir
durante su período de reposo. Sabía que era mucho mejor así.
Algunos insensatos, aún sabiéndose lesionados, proseguían su
camino impacientes, recorriendo penosas distancias en largos días, y
prolongando sus llagas, que no llegaban a curarse nunca. De esta
manera, no hacían más que extender su viaje, y hacerlo más ingrato
de lo que ya suponía.
veintidós
de agosto de dos mil séis
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